jueves, 10 de diciembre de 2009

TSUNAMI ECUATORIANO

El vocablo TSUNAMI, viene del japonés tsu: puerto o bahía, y nami: ola. El tsunami es descrito como una ola o serie de olas que se producen en una masa de agua que es empujada violentamente por una fuerza que la desplaza verticalmente, olas que llegan a más de veinte metros de altura y que al caer en las zonas costeras, han borrado del mapa geográfico ciudades enteras, con cientos de miles de muertos. Los tsumanis producen daños devastadores, debido a que los ciudadanos que viven cerca de las costas, no alcanzan a contar con tiempo suficiente para evacuar la zona.

El TSUNAMI que viene sobre el Ecuador es igual, es un efecto del “correazo” hacia los pelucones, hacia los empresarios, hacia los medios de comunicación, hacia los derechos de libertad y democracia, hacia la gente decente y trabajadora, a la clase media, a los estudiantes, a los indígenas, y aunque no lo crean, el correazo viene sobre los más pobres de la patria. El tsunami ecuatoriano comenzó en el 2007, con pequeñas olas cuando Correa asumió el poder, olas que han ido creciendo hasta formar una cresta muy grande que ya nos está pesando, y que nos caerá en cualquier momento con efectos devastadores y desastrosos para al pueblo ecuatoriano.
Solo revisemos algunas perlas de la revolución ciudadana de Correa: Al tomar posesión de su cargo no juró ante el Congreso Nacional el respetar y hacer respetar la Constitución vigente como así ordenaba la Constitución, por tanto se convirtió en el primer violador constitucional. Pese a prohibiciones legales, siguió y sigue en campaña política ahora con recursos del estado; ganó las elecciones en la misma fecha en que se eligieron los diputados del Congreso Nacional, pero paradójicamente Correa no tenía diputados porque simplemente no inscribió ninguna lista porque jamás pensó en ganar la elección presidencial (el hombre nació en cuero negro); con la complicidad del Tribunal Electoral, violando la Constitución, destituyó a 57 diputados; consiguió la mayoría en el Congreso al más puro estilo de la partidocracia a la que atacó y destruyó, con los diputados manteles, con dinero y ofrecimientos; destituyó a los vocales del Tribunal Constitucional, porque ellos, mediante resolución que no la respetó Correa, restituyeron a los 57 diputados elegidos por el pueblo; sitió el Congreso Nacional con 1.500 policías, para que los diputados restituidos no pudieran ingresar al Congreso; amenazó a los 57 diputados de meterlos en la cárcel, con la ayuda del Ministerio Fiscal, por el delito inexistente de “sedición”; protegió a la ALDHU, brazo político de las FARC de Colombia; se tomó a la fuerza con militantes del Movimiento PAIS y del MPD el Tribunal Supremo Electoral; designó nuevo vocales del Tribunal Constitucional, con sus amigos; éste Tribunal en forma ilegal se auto prorrogó en funciones; tomó a la brava la Presidencia de la Junta Bancaria; la Gerencia del banco Central; la Superintendencia de Bancos y Compañías; cansinas cadenas radiales de radio y tv.; propaganda electoral en contra de la ley; desestabilizó todas las instituciones del estado ecuatoriano; cerró el Congreso Nacional, todo ello violando la Constitución. ¿Verdad que esto no es una revolución ciudadana? No. Son las olas del tsunami que alcanzarán a destruir la patria.
Las perlas siguen: Se cambian textos constitucionales; se incorporan nuevos textos; tiene alza manos obedientes en la Asamblea; sigue violando leyes y la Constitución; declara más de 20 estados de excepción sin ningún fundamento jurídico, entregando contratos a dedo por más de 30.000 millones de dólares. ¿En dónde está la plata del petróleo? La corrupción trepa y avanza con olas gigantescas que arrasarán el país; los periodistas y políticos están asustados; los ciudadanos no toman conciencia plena que nos quieren quitar nuestro derecho a la libertad de expresión; estamos desprotegidos en todo sentido; Correa sigue dividiendo el país y en dónde no había lucha de clases, ahora el indio y el negro están contra los blancos o mestizos, contra los que generan empleo; la inseguridad a llegado a extremos impensables; los comerciantes minoristas amparados y protegidos por el gobierno, por la policía, han declarado la guerra a Guayaquil; quieren convertir este país en el último de los países del tercer mundo; quieren convertir a las ciudades en chiqueros; los heridos y muertos los pone el pueblo, el gobierno pone los matones; ahora conocemos que su campaña fue realizada con dineros de las FARC, hoy protegidos por los gobiernos de Chávez y Correa; quiere imponernos una ley de medios que quita a los ecuatorianos, no a los medios de comunicación, la libertad de expresión, el derecho a opinar, el derecho a discrepar, el derecho a enterarnos de lo que sucede en el país, tal cual sucede en Cuba; quiere imponernos una ley de educación por la que los universitarios luchan; quieren imponernos una ley de aguas por la que los indígenas paralizaron el país; quieren imponernos un tsunami regulatorio en todo sentido, como en Cuba y Venezuela. Es decir, el Tsunami sigue avanzando, pero los ecuatorianos no hacemos nada para impedir que las olas gigantescas caigan con furia sobre el país, sobre el futuro de nuestros hijos. Este gobierno pretende quitarnos hasta la dignidad.
Es hora de parar el tsunami ecuatoriano, el “correazo” comunista. Basta ya señor Correa. Su gobierno no debe limitarse a entregar dinero sólo a sus amigos del círculo rosa y a los corruptos que usted protege. Gobierne para los trece millones de ecuatorianos. Usted sabe que ya no tiene el apoyo de la mayoría de los ecuatorianos y por ello nos asfixia diariamente con cadenas nacionales miserables e indignas. Los que entendemos el engaño y vemos como avanza la corrupción, ya somos mayoría. Basta de engaños. Es hora de entrar en razón. Todos queremos una patria de paz, de trabajo. Ya tenemos suficiente con los apagones eléctricos como para que el gobierno quiera apagar la voz de los ciudadanos que queremos simplemente libertad y democracia y un no rotundo al comunismo y sus doctrinas de hace cien años.
Patriciod.blogspot.com

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