lunes, 7 de mayo de 2007

ETICA CIVICA

Ética Cívica
Cuando los ecuatorianos hemos tenido que ir a las urnas, siempre lo hicimos votando por los hombres que creíamos que eran capaces y que podrían cambiar el destino de nuestra querida Patria. Siempre pensamos que con hombres nuevos, las cosas podrían cambiar para el contento de los ecuatorianos. Pero para nuestra desgracia, ¿siempre nos equivocamos? Si no es así, sólo recordemos el paso de tres exPresidentes Constitucionales:
1) El Ing. Mecánico León Febres Cordero, período presidencial 1984-1988. Nace en Guayaquil el 9 de marzo de 1931. Antes de ingresar a la política, se dedica a negocios en su tierra natal y llegó a administrar las empresas del primer agroexportador del país, Luis Noboa Naranjo, padre de Alvaro Noboa. Fue presidente de la Cámara de Industriales. Se desempeñó como senador entre 1968- 1970. En 1978 se afilió al Partido Social Cristiano. Lideró la oposición al binomio Roldós-Hurtado y creció políticamente en 1981 con dos célebres interpelaciones, una al ministro de Gobierno Carlos Feraud Blum, y otra, al de Recursos Naturales Eduardo Ortega.
León Febres Cordero triunfó en la segunda vuelta electoral en mayo de 1984, con una diferencia de 170.000 votos contra su contendor social demócrata Dr. Rodrigo Borja. Desde principios de su administración, muchos ciudadanos nos preocupábamos por su violencia verbal y autoritarismo, engendrados por los métodos agresivos usados en la campaña para atraer votos. En esa época, en el Congreso se formó el llamado "Bloque Progresista", como oposición a Febres Cordero. Los seis primeros meses de la administración se caracterizaron por la violencia y el enfrentamiento con el Parlamento al que impuso por la fuerza una nueva Corte Suprema de Justicia, por huelgas generales patrocinadas desde los sindicatos, por protestas estudiantiles callejeras y por la mano fuerte usada para reprimirlas. Gobernó con "decretos económicos urgentes", 26 en total, convirtiendo de este modo la excepción en regla de Gobierno. A finales de 1984 emergió la actividad guerrillera del grupo "Alfaro Vive, ¡Carajo!", que en agosto de 1985 secuestró al banquero guayaquileño Nahím Isaías. El propio presidente dirigió el operativo militar de rescate de la víctima que murió con los secuestradores en el asalto. La lucha contra el terrorismo se convirtió en política del régimen y dio pie a numerosos y crueles atropellos contra los derechos humanos. "De personalidad recia, que avasallaba con una dureza extrema a sus adversarios", según lo describe la periodista Patricia Estupiñán, Ecuador empezó a sentir miedo. Trituraba al adversario político. La pasión lo cegaba.
En marzo de 1986, aduciendo motivos éticos, el general Frank Vargas se rebeló en la Base de Manta. En el mismo mes de marzo, aunque usted no lo crea, perdía la propuesta presidencial de permitir la participación de los independientes para dignidades de elección popular. Fue derrotado en el plebiscito. Que tal!Llegó al poder Rodrigo Borja. Hubo mucha alegría, abrazos, esperanza. Pero el legado económico del gobierno anterior era terrible. Borja, al igual que Hurtado y que Febres-Cordero tuvo que realizar un ajuste económico. La historia volvía a repetirse.
2) Abogado Abdalá Bucaram, presidente de la República 1996-1997. De origen libanés, nació en Guayaquil, cuya alcaldía ocupó en 1984 con un desastre total. Fue fundador y creador del Partido Roldosista Ecuatoriano ( PRE). Tras vencer en las elecciones y asumir la presidencia de Ecuador, en agosto de 1996, se autodenominó ‘el Superhéroe de los pobres’. El carácter populista y extravagante en su forma de gobernar, con bailes, con bufonadas, insultos a la oposición, y sobre todo por las acusaciones de corrupción por parte de la Corte Suprema de Justicia, por malversación de los fondos reservados de la Presidencia de la República, sirvieron de base para que el Congreso utilizase el argumento de “incapacidad mental” y procediese a su destitución el 6 de febrero de 1997. Conocido como ‘el Loco’, el populista mandatario se exilió en Panamá para evitar su procesamiento. Acusó a la oligarquía ecuatoriana de haber orquestado lo que él mismo denominó un golpe de Estado para su destitución. La Corte Suprema de Justicia ordenó en abril de ese año su prisión preventiva y su extradición. Un referéndum convocado por el presidente sustituto Fabián Alarcón, ratificó su destitución, obteniéndose un 74% de los votos. Durante la presidencia de Lucio Gutiérrez, el procedimiento por corrupción contra Bucaram fue anulado por la Corte Suprema, por lo que pudo regresar a Ecuador. El fallo polémico motivó una revuelta popular que condujo al derrocamiento de Gutiérrez y que cuestionó la nueva situación del propio Bucaram.

3) Lucio Gutiérrez, Coronel del Ejército, fue Presidente de la República 2003-2005. Nació en Quito. En 1996 fue nombrado ayudante de campo para asuntos militares del presidente Abdalá Bucaram. El sucesor de este, Fabián Alarcón, le mantuvo en ese cargo hasta 1998. Ascendido a coronel en 1999, pronto comenzó a criticar la política del presidente Jamil Mahuad, al tiempo que defendía el regreso de los militares a la gestión del país.
A finales de ese año de 1999, planificó una insurrección junto con otros coroneles, en estrecha coordinación con la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE) presidida por el quechua Antonio Vargas. El 21 de enero de 2000, tuvo lugar en Quito el levantamiento previsto, que produjo la huida de Mahuad. Gutiérrez encabezó una Junta de Salvación Nacional, aunque pronto la cúpula militar nombró presidente de la República al hasta entonces vicepresidente, Gustavo Noboa, quien fue ratificado por el Congreso. Fundó junto a otros compañeros de asonada el partido político denominado Sociedad Patriótica, que estableció alianzas con la CONAIE, el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik-Nuevo País (MUPP-NP) y el marxista Movimiento Popular Democrático (MPD), y propugnó la lucha contra la corrupción y la especial atención a los problemas sociales de los más débiles. Es decir, lo mismo de siempre.
Su coalición gubernamental de izquierdas pronto se quebró, y siete meses después, el MPD y el MUPP-NP abandonaron el ejecutivo. No fue la última crisis que afrontaría durante su gestión; en noviembre de 2004, recibió muy graves acusaciones por parte de determinados sectores de la oposición que, vinculándole con la presunta comisión de diversos delitos, solicitaron que se sometiera a un juicio político en el Congreso y se iniciara el proceso para su destitución. Gutiérrez defendió en todo momento su inocencia y dijo ser una víctima de una conspiración ideada para derrocarle.
La crispación social y la inestabilidad crecieron en abril de 2005, cuando la Corte Suprema de Justicia acordó la nulidad de los procedimientos por corrupción incoados en contra de Bucaram y Noboa, lo que facilitó el regreso de ambos a Ecuador. La oposición convocó una huelga general, acusando a Gutiérrez de haber promovido tal decisión judicial (al sustituir en diciembre de 2004 a la mayor parte de los integrantes del alto tribunal) para intentar sobrevivir a su cada vez mayor aislamiento político buscando el respaldo de las formaciones políticas de los ex presidentes beneficiados por el fallo. El profundo malestar generado por estos hechos desencadenó numerosas protestas y manifestaciones populares que exigían la renuncia presidencial. Finalmente, el 20 de abril de 2005, el Congreso destituyó a Gutiérrez y la jefatura del Estado recayó en el hasta entonces vicepresidente del país, Alfredo Palacio.

Como hemos visto, se repite la historia de siempre. El populismo es el gran triunfador. El pueblo ecuatoriano, los pobres de esta patria, el gran perdedor. Sólo habrá que esperar que el actual Presidente Rafael Correa, no cometa el mismo error de sus antecesores, caso contrario, otra vez el pueblo a lo mismo, a las calles y adiós presidente. Por ello, hago un llamado a los ecuatorianos para que tomen conciencia de lo que significa la ética tan venida a menos, y devaluada por los políticos de siempre y por los nuevos políticos que dicen que no lo son, aunque han venido actuando por años en movimientos denominados “sociales”.
Sin querer entrar a profundizar en la parte filosófica, podemos en lo principal decir que la ética como tal estudia la moral y determina qué es lo bueno y, desde este punto de vista, cómo se debe actuar. Es decir, la ética es la teoría o la ciencia que estudia el comportamiento moral de los hombres.
Por tanto, debemos diferenciar entre los términos ética y moral. En el habla común, estos términos suelen ser tomados como sinónimos. Se prefiere o se usa más el término moral, para designar el conjunto de valores, normas y costumbres de un individuo o grupo humano determinado frente a la sociedad en que vive.
Cuando una persona toma una decisión o se refiere a una acción, se vale de una afirmación o juicio moral, en la que emplea términos tales como “malo”, “bueno”, “correcto”, “incorrecto”, “obligatorio”, “permitido”, “prepotente”, “corrupto”, etc. Cuando se emplean afirmaciones éticas se está valorando moralmente a las personas, situaciones, cosas o acciones. De este modo, se está estableciendo juicios morales cuando, por ejemplo, se dice: "Ese político es corrupto", "Ese hombre es un narcisista", "Su presencia es loable", “ Es un insultador”, etc..
Cuando hablamos de una ética cívica, de una ética política, nos referimos a unos valores mínimos como la libertad, la justicia, una autonomía política, de igualdad y no de dominación, una vida digna, educación, vivienda, asistencia sanitaria, igualdad de oportunidades, una razonable autoestima, solidaridad, tolerancia, utilización del diálogo para resolver problemas o solucionar los conflictos, etc.. A esta ética cívica se le debe añadir algo que distingue a los humanos, la dignidad.
Cuando las personas no obran con dignidad y con los valores morales que antes señalo, sentimos un pesar profundo, nos decepcionamos, nos sentimos engañados por los actores que faltan a la verdad; nos sentimos frustrados; decepcionados o engañados porque los actores no responden a lo que se esperaba de ellos. Todo se vuelca en una pasión del alma que llamamos ira, porque nos causa indignación y enojo, que la guardamos unos en nuestro ego interior, y otros los exteriorizamos. El enojo que guardamos dentro de nosotros, se convierte en cólera, cuando vemos que las personas en quienes confiamos guardan un doble discurso, una doble moral, que a los ojos de los espectadores es injusta, porque viola el principio de justicia. Esta doble moral que es sometida sobre los gobernados, con un trato diferente al ofrecido, hace que en algún momento nos rebelemos en contra de los mismos que siempre nos han engañado. Ojala esta vez la ética cívica sea entendida por quienes nos gobiernan. Ya no queremos lo de siempre, ofrecimientos, prepotencia, falta de seguridad jurídica, justicia, pobreza, violación de las leyes, violación de la Constitución, etc. Debemos decir BASTA YA. ¿Qué opina usted?
Dr. Patricio Durán Abad