martes, 20 de octubre de 2009

RAFAEL CORREA LLORA DE RABIA

Hasta la presente fecha son más de ciento treinta los programas sabatinos de show que ha presentado el Presidente Rafael Correa a la opinión nacional. Al inicio, sus cadenas nacionales para insultar a los ecuatorianos lo llamaban “Diálogo con el Presidente”. Su majestad (léase Correa), escogía una ciudad, un pueblo, una parroquia y allá llevaba cientos de funcionarios y burócratas pelucones en dónde son recibidos por las autoridades locales, esperanzados y convencidos que el mandatario de los ecuatorianos les deje un chequecito. De diálogo no había nada porque nadie habla con su majestad; simplemente el Presidente tomaba un micrófono y comenzaba en un monólogo agrio, a contar lo que había hecho durante la semana, llegando al colmo de decir que su cocinero belga le preparó unos ricos ceviches y platos especiales, como que al pueblo le hubiese interesado en saber que come su majestad, porque el pueblo sencillamente no tiene trabajo ni tiene para comprar alimentos, peor mariscos. ¿Verdad Presidente?

Ahora, el show de los sábados tiene un nuevo nombre, se lo llama “Informe de Labores”, o “Enlace Presidencial”, pero sigue siendo el mismo monólogo ridículo, risible y burlesco, preparado por un equipo eficiente de servidores públicos que llevan computadoras, datos falsos, música de fondo con la que ahora insulta a sus opositores. ¿Lo han oído? Su círculo rosa quiere circo y circo tienen. Su majestad tiene pico de oro. Lo que el pueblo no sabe es que el Presidente para trasladarse a cada pueblo, ha hecho cálculos políticos que le favorecen; sigue en campaña; el pueblo no sabe que previamente el ejército ecuatoriano y la policía nacional deben llegar a ese lugar con suficiente personal para revisar que no hayan bombas, micrófonos, grabadoras y más problemas que pudiera tener su majestad; luego hombres armados ocuparán las terrazas y torres de la iglesia con francotiradores para vigilar que no se atente contra la vida de su majestad. Después llegan cientos de burócratas dorados, con carros de lujo y sus choferes, claro todo esto con el dinero de los ecuatorianos, porque el extenso séquito debe comer, beber, hospedarse, etc., con la única misión y obligación de calentar el asiento y aplaudir estruendosamente cada ofensa, cada insulto y cada mentira que da su majestad a los ecuatorianos, sin vergüenza alguna. En cadena nacional de radio y televisión (el ejecutivo tiene el 50% de los medios de comunicación) empieza el show con un público frío y timorato que no aplaude, sino simplemente escucha. Pero la barra propia del gobierno, están pendientes de aplaudir cada vez que les ordenan. Así se siente bien su majestad y cree que el pueblo está con él. Qué equivocado.

En días pasados, el Presidente Rafael Correa, en su informe de labores y por atacar la educación superior a la que pretende imponer una ley atentatoria de los derechos de los estudiantes y de las universidades ecuatorianas, dijo que cuando estudió en Lovaina, en Bélgica, “lloraba de la rabia por la pésima formación que recibió en la Universidad Católica de Guayaquil”; que lloraba de rabia porque tenía un profesor que en la mañana vendía pollos, y que en la tarde y noche le daba clases”. ¿Es un mal chiste de su majestad? No, que va, es sólo la manera de demostrar su agradecimiento por haber recibido su título de Economista en esa Universidad, ya que alguien le pagó una beca.

La Universidad Católica Santiago de Guayaquil debió ser tan mala en la formación de sus estudiantes, que sus alumnos votaron por Correa para Presidente de la Asociación de Estudiantes de Economía, para que mejore y consiga la capacidad que faltaba a sus maestros. Según su majestad, como la enseñanza o formación le hacía llorar, todos los profesionales graduados en la Universidad Católica deben ser unas vacas cuadradas, ¿verdad? Los estudiantes y profesores deben haber sido unas bestias salvajes, ya que su majestad pudo llegar como Presidente de la Federación de Estudiantes de ese centro de enseñanza superior. Y como estuvo tan mal formado sacó un título que no es de economista, -porque el país anda de tumbo en tumbo-, tuvo que ir por un año a una misión salesiana en Zumbahua, un pequeño pueblo de la serranía, para aprender algo de los indígenas tontos, ponchos dorados, y estúpidos. ¿Verdad?

Con lo poco que había aprendido en la Universidad Católica Santiago de Guayaquil, pasó a ser nada más ni nada menos que profesor Asociado de la Facultad de Economía de esa misma Universidad. ¡Qué caretuco!

Y para colmo, como los ecuatorianos somos ignorantes, no sabemos cómo, pero pasó a ser profesor Principal del Departamento de Economía de la Universidad San Francisco de Quito. Imagínense que antes de conseguir su Maestría en Lovaina ya era profesor de la Universidad San Francisco de Quito. Con lloros y rabias debe haber enseñado poco o nada a sus alumnos de las universidades Católica Santiago de Guayaquil y San Francisco de Quito. Sus alumnos, ahora profesionales a no dudarlo, -no por nosotros-, deben ser unos imbéciles o algo parecido ¿verdad?

Por ello, el Rector en donde se educó el caretuco, dijo: “Pensábamos que estábamos formando a un profesional y cuando llegó a la presidencia creía que habíamos formando también a un estadista, no es así”. Concluyó el Rector pidiendo perdón a los ecuatorianos por la calidad de persona que habían formado. Que tal.

Como todos los estudiantes universitarios están mal formados, la Federación de Estudiantes Universitarios convocó a una marcha para el 21 de octubre para protestar contra la Ley de Educación Superior que quiere obligarles el llorón y rabioso de la U. Católica. Esperemos que luego de la muerte del maestro indígena, ya no sean las bombas quienes detengan la marcha de los estudiantes. Ya no será el Ministro de Gobierno quien ordene tirar bombas a los estudiantes, sino será el mismo llorón y rabioso que ordenará bala y bombas a los ignorantes estudiantes.

Viva la fiesta. La revolución educativa está en marcha, pero se oponen los ignorantes.

sábado, 3 de octubre de 2009

RAFAEL CORREA Y SU LEY DE AGUAS

La cacareada y envanecida “revolución ciudadana” del gobierno de Rafael Correa, cada día está en descrédito y pronto ni siquiera haremos caso a esa expresión, pese al bombardeo diario de publicidad gubernamental, que gasta millones de dólares de los ecuatorianos en su tarea de desinformar a su pueblo. Declaró a la prensa que la revolución ciudadana está en marcha y que ahora va radicalizar su revolución. Con el último acontecimiento que ha cobrado una vida, ciudadanos heridos, mujeres y niños apaleados, etc., entendemos lo que quiere decir radicalizar la revolución ciudadana. Esto es, mandar a la policía nacional a dar de palos, tirar bombas lacrimógenas a todos los que tienen la valentía de salir a protestar por los engaños de su mandatario. La radicalización vendrá con bala, muertos, heridos, desaparecidos, estado de sitio, las cárceles se llenarán de presos políticos. Ahora mismo Correa mandó a la policía a combatir a niños de doce, trece y catorce años de edad que defienden a sus profesores; manda a la policía a tomarse los colegios con una agresión sin precedentes, sin importarles que los estudiantes sean sólo niños adolecentes y aún así los lleva presos, ante la indignación y lamento de sus padres. Si todo esto significa radicalizar la revolución ciudadana, quiere decir que el gobierno no tiene la intención de dialogar con sus mandantes, sino de imponer sus leyes mal hechas, trasnochadas, sus mentiras, su corrupción. No quiso dialogar con los maestros, peor dialogar con los indígenas a quienes les insultó de “indios pelucones”, pero mandó a la policía a dar de palos a sus compatriotas. La prepotencia y el insulto son su mejor arma.

Para quienes miramos desde lejos el proceder nada digno y ético del primer mandatario, vemos a su revolución ciudadana de los días sábados en cadena nacional de medios de comunicación, convertido en un monólogo y grosera tribuna para insultar y ofender a todos los ecuatorianos decentes que no pensamos como él. Vemos que su gobierno se desmorona día a día por la corrupción de su entorno. La gente que le rodea, son unos pocos comunistas felices de tener el poder que jamás hubiesen tenido ellos solos en las urnas y del cual medran como hienas hambrientas. Otros, la mayoría que no son de izquierda, felices en sus cargos con sueldos dorados, disfrutan del poder, pero callan de las desacertadas gestiones de su mandatario por temor a ser tildados por Correa como traidores de la patria y perder sus cargos. ¿Verdad?

Solo veamos lo ocurrido en los últimos días. El gobierno de Correa pretende a toda costa dictar su famosa ley de aguas; nos quiere imponer una ley mal redactada y llena de contradicciones y repeticiones. Pero como los indígenas no tragan cuento, les salió al paso y le puso en aprietos al paralizar varias carreteras del país. Los indígenas, con mucha razón se oponen al Proyecto de ley de aguas que pomposamente Correa lo llama “LEY ORGÁNICA DE RECURSOS HÍDRICOS, USO Y APROVECHAMIENTO DEL AGUA”, cambiando solo el nombre de la ley vigente que simplemente se llama “Ley de Aguas”. La CONAIE, máxima organización indígena decidió tomarse las carretas del país en rechazo el mamotreto de proyecto de ley. Rafael Correa se lanzó al ataque y logró dividir al movimiento indígena. Pactó y no sabemos a qué costo, con la facción de la FENOCIN y el dirigente Marlon Santi, logrando se suspenda la movilización de los indígenas; pretendió seguir dividiendo más al movimiento indígena, pero lamentablemente para él, para su maligno y siniestro plan, le falló su táctica, porque no contó con la resistencia del pueblo de las provincias orientales que se mantuvieron firmes en su lucha. Tampoco contó con que su policía ahora politizada y obediente, que tenía la consigna de dar de palos, y tirar bombas lacrimógenas al pueblo y a los “indios pelucones“, iban a cometer excesos en contra los ciudadanos de Macas. No contaron con la valentía de los ciudadanos que antes le dieron su voto y que hoy le gritan de asesino. Con la provocación radical de la policía en las diferentes ciudades del país, se pretendió acallar los justos reclamos no solo de los indígenas, de los maestros, de los estudiantes, sino de todo el pueblo. Con la muerte de un profesor, quedó al descubierto tal cual es el primer mandatario, un autoritario y déspota caudillo que usa la violencia y la fuerza para acallar la voz de los que no piensan como él.

Los indígenas sí leyeron el proyecto de ley de aguas presentado por el Presidente a la Asamblea Constituyente. Ese proyecto no es más que una simple copia de la Ley de Aguas que está en vigencia, en l que se incluyen ciertas reformas que perjudican no sólo a los indígenas, sino a todos aquéllos que han venido usando el agua en forma legal, mediante concesiones del INERHI. En el proyecto de Correa se pretende cobrar con tarifas diferenciadas por el agua para riego, incluso con valores mínimos a las personas que usan el agua para consumo humano en el campo. En el proyecto se crea más burocracia; el Estado pasa a ser un ente controlador y sancionador; el proyecto de ley perjudica a personas particulares que no pueden organizarse para pedir este recurso. La redacción del proyecto es repetitiva, cansina, que a no dudarlo no es hecha con un serio estudio jurídico, sino por algún charlatán del socialismo del siglo XXI, que inventa nombres raros que ni siquiera están en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, como “externalización, ecosistémico, pucyos, pacchas, sumak Kausay, etc.”. El Estado tiene el control exclusivo del uso del agua; incluye en el proyecto facultades que tienen otras leyes de la República; intervienen en la ley de aguas las famosas veedurías ciudadanas para hacer el seguimiento y fiscalizar la gestión pública. ¡Chévere no! Sobre todo le da la atribución al Presidente de la República para que dirija la política del sector. Es decir, pura y simplemente, la dictadura del agua.

En fin, el proyecto del Presidente que repito es una mala copia de la Ley de Aguas en vigencia, es adornada con palabras rebuscadas de los comunistas del socialismo del siglo XXI que nadie entiende y que a nadie le interesa. No se debe reformar la Ley de Aguas vigente. No se debe incrementar la burocracia. Se debe mantener sus instituciones.

La Revolución Ciudadana de Correa enfrenta a la policía y el ejército contra su hermanos, mientras la sociedad civil como siempre PONDRÁ LOS MUERTOS, HERIDOS Y PRESOS. Ya se cometió un crimen de Estado cuando la policía haciendo uso excesivo de la fuerza, ya anticipado por el Ministro de Gobierno, arremetió contra la población civil, matando un profesor que dejó en la orfandad a seis niños. Luego de la muerte del profesor, la policía ya no salió a las calles, ya no hubo bombas lacrimógenas, palos ni piedras. En diferentes ciudades marcharon altivamente maestros, trabajadores, amas de casa, etc., protestando en contra del Gobierno. Es más, la policía no se acercó a los manifestantes. Así debe ser. Ahora Correa pide el diálogo con cara de niño bueno. Así debe ser. Se le bajaron los humos porque la cosa es seria. Tiembla Correa, esto va para largo y el único culpable obviamente es el gobierno de la revolución ciudadana.