Alfaro Vive ¡Carajo!
Ese es el nombre que escogió el
movimiento armado ecuatoriano que fuera calificado como “grupo guerrillero”. Tenía
y tiene una ideología de extrema izquierda, del marxismo-leninismo, cuyas
acciones criminales se basaron en secuestros, extorsiones, violación de
derechos humanos, asaltos a entidades bancarias, etc. Estuvo operativo entre
los años 1983 a 1991. Ahora, habiendo dejado sus sueños de juventud, del
marxismo-leninismo, están ubicados algunos de ellos en las altas esferas del
gobierno de la revolución ciudadana, del Socialismo del Siglo XXI, que lidera el Presidente Rafael
Correa.
El grupo armado operaba en
varias ciudades del Ecuador y se hacían llamar AVC, tomando el nombre del ex
presidente ecuatoriano General Eloy Alfaro quien fuera un líder de ideología
liberal del siglo pasado. Los AVC, el 11 de agosto de 1983 robaron del Museo Municipal
de la Ciudad de Guayaquil las espadas que pertenecieron al Eloy Alfaro y Pedro
José Montero. Luego del robo, Arturo Jarrín, Rosa Mireya Cárdenas y Edgar Frías
ofrecieron una rueda de prensa para dar a conocer la existencia del grupo
guerrillero armado ecuatoriano. Recordemos que más de una docena de guerrilleros
al mando de Arturo Jarrín, viajaron a Libia para obtener entrenamiento militar,
patrocinados por Muammar Al Gaddafi.
Los miembros de AVC fueron
responsables de varios asaltos a la banca privada; secuestraron a varias
personas para lograr financiamiento de su lucha armada, particularmente recordamos
el secuestro del Banquero Nahím Isaías Barquet, propietario de Filanbanco. En
el gobierno de Correa, este Banco fue incautado, y dejado en manos de
funcionarios corruptos, improvisados, “revolucionarios”, hasta que estos
“banqueros” de la revolución ciudadana lo quebraron a igual que otras empresas
incautadas como Maxigraf, Banco Cofiec, etc. Isaías Barquet fue muerto durante
la intervención de la policía antisecuestros contra el grupo AVC en la ciudad
de Guayaquil, en el Gobierno de León
Febres Cordero, quien hubo de afrontar los inicios de este grupo armado guerrillero,
afín con la guerrilla colombiana de las FARC. En el gobierno de Rodrigo Borja,
en el año de 1991, se negoció la entrega de armas y un acuerdo de paz.
El grupo guerrillero AVC pasó
desde el 2006, de ser un movimiento armado a un movimiento social, gracias a un
acuerdo o alianza con el Movimiento Político “Alianza País” que lidera el
Presidente Rafael Correa Delgado. Algunos de sus miembros, ahora ocupan altos
cargos en el gobierno de Correa.
Los más conocidos guerrilleros
de AVC fueron: Arturo Jarrín, Hamet Vásconez, Juan Cuvi, Juan Carlos Acosta,
Edgar Frías, Rosa Mireya Cárdenas, Fausto Basantes, Pedro Moncada, Rafael
Jumbo, Julia López, Edwin Miño, Ricardo Merino, Fernando Flores, Consuelo
Benavides, Marco Troya, Leonardo Vera, Justina Casco, Luis Flores, Augusto
Barrera, Argentina Lindao, Marcelo Saravia, Alberto Torres, Román Chávez,
Fabián Moreno, Roberto Regalado, Sayonara Sierra, Gladys Almeida, Juri Moncada,
Santiago Kingman, entre otros. Muchos fallecieron en enfrentamientos con la
policía.
Ahora nos llama la atención,
que las espadas robadas del Museo Municipal de Guayaquil fueron “recuperadas”
por el Presidente Rafael Correa Delgado. Nadie sabe ni conoce cómo Correa
recuperó las espadas. El custodio de las espadas robadas, fue Arturo Jarrín como
principal dirigente de AVC; él se quedó con los sables o espadas; nadie sabe,
nadie conoce que hizo con ellas; en dónde las enterró, en dónde las ocultó, porque
Jarrín fue muerto en 1986, pero el Presi9dente Correa tiene las espadas.
El mes de enero del 2012, con
ocasión del centenario de la muerte de Alfaro, los ex AVC Rosa Mireya Cárdenas y
Edgar Frías (Secretaria de Pueblos y alto funcionario de este régimen) “entregaron”
al Presidente Correa las dos espadas o sables que se dice son las robadas del
Museo Municipal de Guayaquil. Ahora mismo, nadie sabe si tales espadas son las
verdaderas, las que fueron robadas por AVC y que “reposan” en una cámara de
seguridad en Ciudad Alfaro (“ciudad” creada políticamente por Correa), dentro
de la ciudad de Montecristi, Provincia de Manabí. ¿Porqué Correa no devuelve
las espadas a la ciudad de Guayaquil, al Museo Municipal? ¿Se hizo pública la
“aparición” de las espadas por el solo hecho del centenario de la muerte de
Eloy Alfaro, ex presidente del que Correa y su gobierno han querido hacer héroe
de la revolución ciudadana, por lo que desplegó tanta propaganda inusual?
¿Quieren robarse la imagen del ex Presidente con fines políticos? Claro que sí.
Pero no hubo el apoyo popular a esta política presidencial.
Juan Cuvi que fuera miembro del
AVC manifestó…“el Gobierno de Correa tiene que explicar cómo consiguió los
sables porque hace pocos años, ninguno de sus compañeros conocía su paradero”, “ni
siquiera aquellos que los entregaron a Correa” (Edgar Frías y Rosa Mireya
Cárdenas). “Mis compañeros no las guardaron. Yo hablé con ellos muchas veces
(incluso antes de que fueran parte del Gobierno) y nadie tenía idea” ¿Una
mentira oficial más a cargo de Correa? ¿Otro montaje como el 30-s?
Los restos de Arturo Jarrín, ex
AVC, -que fue quién escondió o enterró las espadas-, fueron exhumados hace poco
días para determinar si este murió por torturas o por un enfrentamiento durante
el gobierno de Febres Cordero. Hasta ahora no existe ningún informe oficial.
¿Acaso se querrá usar este caso para la campaña de Correa?
Si Jarrín fue torturado, dado
de baja, asesinado, o como quieran llamar su muerte, los ecuatorianos sabemos
que fue integrante de un movimiento armado que secuestró, mató, robó bancos,
espadas, etc. y murió en su ley, muerte que significó el fin de ese movimiento
guerrillero, que gracias a Febres Cordero no se convirtió en las FARC colombianas. Recordamos que las FARC dieron
apoyo económico para la campaña presidencial de Correa. (Véase wikileaks de
Julian Assange)
Basta de mentiras. Basta de
engaños. Basta de inventos políticos. Basta de farsas. Basta de montajes. Los
ecuatorianos solo quieren trabajar y vivir en paz, con libertad de prensa, con
libertad de expresión, sin persecuciones, sin odios, sin corrupción, sin
insultos. Seguimos indignados.