jueves, 30 de septiembre de 2010

ECUADOR UN CAOS

El 30 de septiembre del 2010 quedará grabado en las crónicas de la Historia del Ecuador, como un día de caos, de desconcierto, de anarquía, de desbarajuste, de desorganización, de incoherencia, de desgobierno, de confusión, de desmanes, de discrepancias, de contradicciones, de ataques, de insultos, de ultrajes, de escarnios, de burlas. Ya lo verán.

A partir de las ocho de la mañana, en varios medios de comunicación se daba cuenta que en el cuartel policial del Regimiento Quito se habían congregado unos 120 policías, que simplemente habían paralizado sus labores y exigían un diálogo con el gobierno para la derogatoria de una Ley, que con reformas ordenadas por el Presidente Correa, había sido aprobada por los Asambleístas de Alianza País, quitándolos sus derechos adquiridos como el de recibir condecoraciones en sus ascensos y una bonificación de un sueldo mensual, a quienes cumplían quince años de servicio y luego, cada siete años. Realmente hasta allí no hubo problemas. Allí no existía intentos de desestabilización o intento de golpe de estado como ahora proclaman los gobiernistas.

En los medios de pronto se dijo que llegaba el Presidente con algunos funcionarios del Estado. No me sorprendí de su presencia, porque conocemos el autoritarismo de Rafael Correa. Ya hemos vistos sus intervenciones e impulsos viscerales. Lo habíamos visto pelearse con la famosa partidocracia de la que él forma parte; con la prensa libre de este país; con los antes congresistas de oposición hasta lograr su destitución para reemplazarlos con los diputados de los manteles; violaciones de la Constitución anterior y actual; ofensas a los pelucones que trabajan honradamente, sin respetar edad; defensa al Fiscal que ni fu ni fa, su amigo; gases lacrimógenos a estudiantes y trabajadores; con religiosos, con gente del pueblo, con políticos a quienes ha denigrado y ofendido a más no poder, insultos a personas prestantes de nuestra patria, etc.etc. Me llamó la atención que el mandatario ecuatoriano acudió al Cuartel de Policía envalentonado tal cual su estilo de peleador callejero, llegó acompañado del Ministro de Interior para dialogar con los policías. Ya en el interior del cuartel y tal cual su estilo se enfrentó en un cruce de palabras con alguna mujer policía. Ante el tono agresivo del Presidente recibió por respuesta “mentiroso”. Acto seguido subió hasta el segundo piso de las instalaciones del Cuartel de Policía, para desde una ventana “dialogar” con los policías reclamantes. Antes, la tropa policial ya estaba subida de ánimos: habían quemado llantas y gritaban consignas de que se les respete sus derechos adquiridos.

Ya en la ventana, pudimos ver ya no al Presidente insultador y valentón, sino a un Presidente que tenía su rostro desencajado, como embriagado. Su rostro expresaba humildad, rabia contenida, pena, como que si asistiera a su propio funeral. Su voz altisonante y de mandón no se escuchaba. Su voz parecía entrecortada como si la noche anterior hubiera estado en una fiesta. Su cara era agria, sepulcral. Comenzó a hablar pero se le veía le faltaban fuerzas y con voz nada sonora, peor conciliadora o de querer dialogar; se burló de la policía y les dijo que ellos “tenían memoria frágil” para luego echar la culpa de sus males a la burguesía que los tenía en ese estado y que el gobierno actual les había mejorado los sueldos y les había entregado armas (una pistola a cada policía para que puedan defender apenas su propia vida ante tanta delincuencia organizada). Decía Correa que ha “apoyado a la policía”, a lo que policías gritaban mentiroso y lanzaban chiflas. En un momento de angustia y en forma imprevista se le oyó al insultador gritar, y abriéndose su camisa queriendo mostrar su pecho dijo “si me quieren matar, aquí estoy, mátenme si tienen valor”. Su camisa entreabierta y la corbata de lado, quedó al mismo estilo que Carlos Arboleda un ex Ministro de Lucio Gutiérrez que también hizo su show. (Parece que las cosas malas se pegan). Mientras tanto los policías le gritaban que derogue la ley, abajo Correa. Pero el Presidente terminó su “diálogo” con “ni un paso atrás”, imitando al ex Presidente Durán Ballén cuando la guerra del Cenepa con el Perú.

Lo que comenzó con una reclamación de la tropa de Policía Nacional, el país vivió un caos que por primera vez se da en el país. Conforme pasaban los minutos, los gritos eran más fuertes: existían llamadas de teléfonos celulares; gritos, hasta que un momento determinado se lanzaron una decena de bombas lacrimógenas. Salía el Presidente Correa y seguía peleando con los policías. No pudimos oír sus ofensas, pero si vimos su cara iracunda y alguien le hecho agua y luego una botella de plástico. Cayó otra bomba de gas, y el Presidente Correa recibió su propia medicina, la que dio a los pobladores de la zona oriental de Zamora Chichipe cuando envió 1.500 policías a dar palo, bala y gases a unos pocos mineros que querían que no se les quite su subsistencia.
Las cosas que veíamos en la televisión nos dejaban desconcertados. La actitud del Presidente jamás fue de diálogo o conciliación. Fue a ese lugar a tratar de imponer, y cuando recibió el gas, que no se sabe si fue lanzado por los policías reclamantes, o por los agentes infiltrados que no pudieron controlar a su Presidente. Vimos al Presidente que llegó al Cuartel de Policía portando una máscara de gas, que después de media hora pretendió usarla, pero falló por dos ocasiones porque no sabía su uso. De ahí pasó al Hospital de la Policía, en dónde se recuperaba del susto pasado por su intransigencia y que por suerte no sufrió un ataque al corazón por lo que nos veríamos sin Presidente.

Sin embargo, sus aliados gobiernistas, con rostros así mismo desencajados, con miedo a perder sus cargos y canonjías, insultaban a los conspiradores y decían a la prensa internacional que el Mandatario estaba secuestrado en el Hospital de la Policía. Es el mismo Correa que dicta desde allí el estado de excepción para que sea el ejército quien salga a las calles pada dar seguridad a la ciudadanía.
La reclamación se convirtió en una crisis policial al interior del país. Se tomaban avenidas, cerraban calles; los ladrones a quien el gobierno de Correa defiende con abogados gratis, para que a las 24 horas salgan de la cárcel para seguir robando, se dedicaron a robos, asalto de bancos, saqueos de mercancías. Se suspendieron clases y los niños quedaron sin transporte escolar. Sus asustados padres, pese a la incertidumbre reinante, hacían lo posible para llegar a los colegios a retirar sus hijos; en la Asamblea Nacional, se oían voces de abajo Correa; la policía impedía el paso o ingreso de los asambleístas que pugnaban por ingresar; en el Palacio de Gobierno, se congregaban los Ministros de Estado y funcionarios; en la Plaza Grande se congregaron unos 500 manifestantes que daban su apoyo a Correa; los Ministros reclamaban ayuda del pueblo para liberar al Presidente secuestrado; un grupo de la Fuerza Aérea que también es perjudicada por la Ley de Servicio Público, se tomó el aeropuerto de Quito, y se impidió el aterrizaje y despegue de aviones; los amigos del gobierno decían que el pueblo debe defender la democracia, cuando es el mismo Correa quien ha violado la misma Constitución y Leyes de la República para implementar su Socialismo del Siglo XXI y Comunismo al estilo de Chávez; la verdad es que la democracia hace rato que no existe en Ecuador, pero se apela a ella cuando se dan hechos que se debe al mismo “llorón de Lovaina” y hoy llorón por los gases recibidos, su propia medicina. Llegaron los gobiernistas al colmo de convocar a los servidores públicos, (a quienes la Ley también les perjudica al igual que a los policías y militares), para que salgan a defender a Correa. El loquito pequeño Abdalá Bucaram acusó de traidor al Ministro del Interior; acusó al grupo que apoya a Correa, Ruptura de los 25 estar detrás del Golpe de Estado. Después del mediodía, las cosas iban de mal en peor. Luego de los noticieros de la prensa no gobiernista, se ordenó una Cadena Nacional indefinida e ininterrumpida ordenada por el Gobierno a todos los medios televisivos y de radio de todo el país. Muchos tontos útiles se presentaron a los medios televisivos del gobierno, para apoyar la democracia.

Qué vergüenza más grande para el país. Una vergüenza para el mundo. Como conclusión, Correa debe aprender a ser humilde y respetar a los ecuatorianos. La violencia verbal practicada por Correa desde su Gobierno, debe parar. Si no lo hace, no sólo será la policía la que reclame sus derechos, sino todo un pueblo que se siente decepcionado, inseguro, engañado, que lo único que quiere es paz, trabajo, empleo. No dádivas a sus posibles electores, en perjuicio de los niños de educación escolar que fueron privados de un almuerzo que les preparaban sus propios padres por orden del Presidente. Siembra vientos y cosecharás tempestades. Los muertos y heridos correrán por cuenta de Rafael Correa.

patriciod.blogspot.com

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