sábado, 3 de octubre de 2009

RAFAEL CORREA Y SU LEY DE AGUAS

La cacareada y envanecida “revolución ciudadana” del gobierno de Rafael Correa, cada día está en descrédito y pronto ni siquiera haremos caso a esa expresión, pese al bombardeo diario de publicidad gubernamental, que gasta millones de dólares de los ecuatorianos en su tarea de desinformar a su pueblo. Declaró a la prensa que la revolución ciudadana está en marcha y que ahora va radicalizar su revolución. Con el último acontecimiento que ha cobrado una vida, ciudadanos heridos, mujeres y niños apaleados, etc., entendemos lo que quiere decir radicalizar la revolución ciudadana. Esto es, mandar a la policía nacional a dar de palos, tirar bombas lacrimógenas a todos los que tienen la valentía de salir a protestar por los engaños de su mandatario. La radicalización vendrá con bala, muertos, heridos, desaparecidos, estado de sitio, las cárceles se llenarán de presos políticos. Ahora mismo Correa mandó a la policía a combatir a niños de doce, trece y catorce años de edad que defienden a sus profesores; manda a la policía a tomarse los colegios con una agresión sin precedentes, sin importarles que los estudiantes sean sólo niños adolecentes y aún así los lleva presos, ante la indignación y lamento de sus padres. Si todo esto significa radicalizar la revolución ciudadana, quiere decir que el gobierno no tiene la intención de dialogar con sus mandantes, sino de imponer sus leyes mal hechas, trasnochadas, sus mentiras, su corrupción. No quiso dialogar con los maestros, peor dialogar con los indígenas a quienes les insultó de “indios pelucones”, pero mandó a la policía a dar de palos a sus compatriotas. La prepotencia y el insulto son su mejor arma.

Para quienes miramos desde lejos el proceder nada digno y ético del primer mandatario, vemos a su revolución ciudadana de los días sábados en cadena nacional de medios de comunicación, convertido en un monólogo y grosera tribuna para insultar y ofender a todos los ecuatorianos decentes que no pensamos como él. Vemos que su gobierno se desmorona día a día por la corrupción de su entorno. La gente que le rodea, son unos pocos comunistas felices de tener el poder que jamás hubiesen tenido ellos solos en las urnas y del cual medran como hienas hambrientas. Otros, la mayoría que no son de izquierda, felices en sus cargos con sueldos dorados, disfrutan del poder, pero callan de las desacertadas gestiones de su mandatario por temor a ser tildados por Correa como traidores de la patria y perder sus cargos. ¿Verdad?

Solo veamos lo ocurrido en los últimos días. El gobierno de Correa pretende a toda costa dictar su famosa ley de aguas; nos quiere imponer una ley mal redactada y llena de contradicciones y repeticiones. Pero como los indígenas no tragan cuento, les salió al paso y le puso en aprietos al paralizar varias carreteras del país. Los indígenas, con mucha razón se oponen al Proyecto de ley de aguas que pomposamente Correa lo llama “LEY ORGÁNICA DE RECURSOS HÍDRICOS, USO Y APROVECHAMIENTO DEL AGUA”, cambiando solo el nombre de la ley vigente que simplemente se llama “Ley de Aguas”. La CONAIE, máxima organización indígena decidió tomarse las carretas del país en rechazo el mamotreto de proyecto de ley. Rafael Correa se lanzó al ataque y logró dividir al movimiento indígena. Pactó y no sabemos a qué costo, con la facción de la FENOCIN y el dirigente Marlon Santi, logrando se suspenda la movilización de los indígenas; pretendió seguir dividiendo más al movimiento indígena, pero lamentablemente para él, para su maligno y siniestro plan, le falló su táctica, porque no contó con la resistencia del pueblo de las provincias orientales que se mantuvieron firmes en su lucha. Tampoco contó con que su policía ahora politizada y obediente, que tenía la consigna de dar de palos, y tirar bombas lacrimógenas al pueblo y a los “indios pelucones“, iban a cometer excesos en contra los ciudadanos de Macas. No contaron con la valentía de los ciudadanos que antes le dieron su voto y que hoy le gritan de asesino. Con la provocación radical de la policía en las diferentes ciudades del país, se pretendió acallar los justos reclamos no solo de los indígenas, de los maestros, de los estudiantes, sino de todo el pueblo. Con la muerte de un profesor, quedó al descubierto tal cual es el primer mandatario, un autoritario y déspota caudillo que usa la violencia y la fuerza para acallar la voz de los que no piensan como él.

Los indígenas sí leyeron el proyecto de ley de aguas presentado por el Presidente a la Asamblea Constituyente. Ese proyecto no es más que una simple copia de la Ley de Aguas que está en vigencia, en l que se incluyen ciertas reformas que perjudican no sólo a los indígenas, sino a todos aquéllos que han venido usando el agua en forma legal, mediante concesiones del INERHI. En el proyecto de Correa se pretende cobrar con tarifas diferenciadas por el agua para riego, incluso con valores mínimos a las personas que usan el agua para consumo humano en el campo. En el proyecto se crea más burocracia; el Estado pasa a ser un ente controlador y sancionador; el proyecto de ley perjudica a personas particulares que no pueden organizarse para pedir este recurso. La redacción del proyecto es repetitiva, cansina, que a no dudarlo no es hecha con un serio estudio jurídico, sino por algún charlatán del socialismo del siglo XXI, que inventa nombres raros que ni siquiera están en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, como “externalización, ecosistémico, pucyos, pacchas, sumak Kausay, etc.”. El Estado tiene el control exclusivo del uso del agua; incluye en el proyecto facultades que tienen otras leyes de la República; intervienen en la ley de aguas las famosas veedurías ciudadanas para hacer el seguimiento y fiscalizar la gestión pública. ¡Chévere no! Sobre todo le da la atribución al Presidente de la República para que dirija la política del sector. Es decir, pura y simplemente, la dictadura del agua.

En fin, el proyecto del Presidente que repito es una mala copia de la Ley de Aguas en vigencia, es adornada con palabras rebuscadas de los comunistas del socialismo del siglo XXI que nadie entiende y que a nadie le interesa. No se debe reformar la Ley de Aguas vigente. No se debe incrementar la burocracia. Se debe mantener sus instituciones.

La Revolución Ciudadana de Correa enfrenta a la policía y el ejército contra su hermanos, mientras la sociedad civil como siempre PONDRÁ LOS MUERTOS, HERIDOS Y PRESOS. Ya se cometió un crimen de Estado cuando la policía haciendo uso excesivo de la fuerza, ya anticipado por el Ministro de Gobierno, arremetió contra la población civil, matando un profesor que dejó en la orfandad a seis niños. Luego de la muerte del profesor, la policía ya no salió a las calles, ya no hubo bombas lacrimógenas, palos ni piedras. En diferentes ciudades marcharon altivamente maestros, trabajadores, amas de casa, etc., protestando en contra del Gobierno. Es más, la policía no se acercó a los manifestantes. Así debe ser. Ahora Correa pide el diálogo con cara de niño bueno. Así debe ser. Se le bajaron los humos porque la cosa es seria. Tiembla Correa, esto va para largo y el único culpable obviamente es el gobierno de la revolución ciudadana.

No hay comentarios: