domingo, 22 de abril de 2007

LA AUTOESTIMA

LA AUTOESTIMA DEL PRESIDENTE:
¿La tiene baja, alta o inflada?
La capacidad que tiene una persona para amarse, apreciarse o aceptarse a sí misma, es lo que llamamos la autoestima. Está relacionada con muchas formas de conducta, en relación al concepto que tenemos de nuestra valía y se basa en todos los pensamientos, sentimientos, sensaciones y experiencias que sobre nosotros mismos hemos ido recogiendo durante nuestra vida.
La autoestima baja, hace que las personas sean indecisas en todos los actos de su vida; se les dificulta tomar decisiones; tienen miedo exagerado a equivocarse y solo toman una decisión cuando tienen una seguridad que obtendrán los resultados previstos. Estas personas le tienen miedo a lo nuevo; evitan riesgos; evitan tomar la iniciativa; no les gusta compartir con otras personas; no se sienten satisfechas consigo mismas, porque piensan que nada lo hacen bien; les cuesta reconocer cuando se equivocan; en resultados negativos siempre buscan culpables; se alegran ante los errores de otros; generalmente son muy pesimistas. ¿Usted siente que está dentro de este grupo de personas?
Al contrario, las personas con una autoestima alta, pueden manejar mejor el estrés, suelen ser menos agresivas; son menos negativas; tienen menor depresión que las personas de autoestima baja. Podríamos decir que es una autoestima normal, porque desde pequeños han sido tratados con amor; se les ha dado seguridad, para que puedan alcanzar todo lo que se proponen, porque se les ayudó a ser independientes. Generalmente son personas positivas.
La autoestima inflada, se da en las personas que se aman más que a los demás y valoran exageradamente sus cualidades; piensan que pueden hacerlo todo; que no hay nadie mejor que ellos; creen tener siempre la razón y que no se equivocan jamás; no ven los riesgos de sus acciones; creen que todas las personas lo aman; hablan en extremo y son escandalosos, bravucones, cerrados; se aman ellos mismos en forma enfermiza; se sienten atractivos y simpáticos (no necesariamente en el aspecto físico); creen que son las personas mas interesantes de la tierra; creen que le gana a cualquiera en todo; les gusta que lo elogien, que lo adulen; creen que todas las personas están obligadas a amarlo; piensan que nunca se equivoca, pero ataca a los demás cuando se equivocan.
Estas personas son vanidosas, presuntuosas, presumidas, engreídas, optimistas en extremo, ególatras, envanecidos, megalómanos, llegando al caso extremo de amarse hacia sí mismos, pero en la exageración. A estas personas se les llama “narcisistas”, en honor al nombre de un personaje mitológico llamado Narciso, que como sabrán sólo se amaba él mismo, sin que jamás se diera cuenta del amor que le tenía una guapa doncella llamada Eco. Recordarán que el vanidoso Narciso era un hermoso joven que todos los días iba a contemplar su propia belleza en el reflejo de agua de un lago. Estaba tan fascinado consigo mismo, que un día se cayó dentro del lago y murió ahogado; en el sitio donde cayó su cuerpo, creció una hermosa flor, que hizo honor al nombre y memoria de Narciso.
Acaso tenemos que preguntamos en dónde se inserta usted o nuestro flamante Presidente?. No creen que el Presidente se está pasando de la raya, haciendo gala de su discurso político para llenar de insultos y ofensas a todas las personas que no piensan ni actúan como él quiere? Será que discursos e intervenciones fuera de tono, nos hace pensar que el Presidente tiene una autoestima inflada?. Será por ello que todavía sigue en campaña política, y lo seguirá por mucho tiempo más, pero haciendo campaña desleal ahora por el sí, con recursos del Estado?. Quién le pedirá cuentas de los gastos de él y de su comitiva de Ministros que viajan con él, de sus guardaespaldas, de los millares de policías y miembros del ejército, de los costos operacionales de aviones y helicópteros, hoteles, etc.?
Es hora de que el Presidente baje el tono de sus discursos. Es hora de que el Presidente empiece a gobernar a favor de los pobres de esta patria. Que no piense que tiene siempre la razón y que no hay nadie mejor que él.
Muchos ecuatorianos votamos por él. Creímos en su discurso de campaña política que le permitió ganar la Presidencia de la República. Pero por sus continuos errores en la manera política de conducir los designios del país, en la casi nula gestión presidencial para cumplir sus ofrecimientos de campaña, muchos de los que creímos en él, pasamos a formar el cada día más grande y grueso grupo de arrepentidos. Basta ya de seguir en campañas políticas con dineros que nos pertenecen a todos los ecuatorianos; queremos señor Presidente un Ecuador con oportunidades para nuestros hijos.

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