miércoles, 19 de octubre de 2016

RAFAEL CORREA NO TIENE VERGUENZA


Recordemos que Abdalá Bucaram inició su mandato como Presidente del Ecuador el 10 de agosto de 1996 y terminó el 6 de febrero de 1997 que fue destituido por el Congreso Nacional.  Solo bastaron seis meses para que este orate deje el poder. Las causas: Populista insultador; su desgobierno; procedió a la venta de las empresas públicas; subió el valor del gas y los servicios públicos; el negociado de la mochila escolar; malversación de fondos públicos. El huyó a Panamá, país en el que vive hasta la presente fecha (19 años). Arrienda dos pisos en un hotel de lujo de Panamá como su vivienda y sigue cantando, bailando, drogas, etc., con dineros que se llevó en costales desde el Palacio de Gobierno, todo ello televisado a vista y paciencia de los ecuatorianos que miramos horrorizados y con vergüenza el espectáculo.

Fuera de su patria, la vice presidenta Rosalía Arteaga quería ser la Presidenta, pero las movidas políticas en el Congreso Nacional dictaminaron que el Presidente del Congreso en ese entonces Fabián Alarcón fuera quien reemplazara al derrocado y vergonzoso mandatario.

En 1998 el pueblo elige a Jamil Mahuad y luego de dos años de desgobierno que culmina con la dolarización (del sucre al dólar norteamericano), es reemplazado por Gustavo Noboa que terminó su mandato.

El Coronel del ejército ecuatoriano Lucio Gutiérrez Borbúa en elecciones generales llega a la Presidencia del Ecuador. Asume el poder desde el 15 de enero del 2003, hasta el 20 de abril del 2005. No llega a concluir su mandato ya que fue derrocado en una revuelta popular. Fue otra vergüenza. El Congreso Nacional encarga el poder al vicepresidente Alfredo Palacio. El derrocamiento de Gutiérrez se debió al nombrar su propia Corte Suprema de Justicia y aceptar que Bucaram arribe al país con el beneplácito de Gutiérrez. La Corte Suprema nombrada por Gutiérrez suspendió los procesos penales por corrupción seguidos en contra de Bucaram.

Con estos antecedentes el pueblo ecuatoriano fue a las elecciones en el 2006. Entre un grupo de políticos de la vieja guarda, Rafael Correa, un obscuro y desconocido profesor universitario que fue Ministro de Finanzas de Alfredo Palacio, se presentó como candidato presidencial. En su campaña política jamás habló de un Socialismo del Siglo XXI; jamás habló de ser un ferviente seguidor del comunismo cubano; ser seguidor del populista Hugo Chávez, y, sobre todo jamás habló de sus amigos los narcoguerrilleros de las FARC de Colombia, quienes le financiaron su campaña política. Eso sí, Correa mostraba una amplia sonrisa por donde pasaba y coqueteaba con las mujeres pese a ser del club de la nube rosada. Su plan de gobierno no decía nada. No importaba.

Con mentiras, engaños y dineros sucios del narcotráfico guerrillero, alcanzó a conseguir un segundo puesto en las elecciones generales y fue superado por el ganador en la primera vuelta, el cándido Álvaro Noboa. En segunda vuelta electoral, el pueblo debía escoger entre el candidato Álvaro Noboa, millonario, ingenuo, aparentemente torpe, y el candidato Rafael Correa.


El pueblo se dejó seducir por una campaña millonaria de Correa. Nadie sabía que ese dinero venía de la narcoguerrilla colombiana. El pueblo simplemente escogió al profesor universitario, nuevo en la política y se dejó engatusar. Eso fue el peor error que cometimos los ecuatorianos, votar por un desconocido, un estafador político ahora convertido en el más corrupto de la historia ecuatoriana.

¡Y otra vez a lo mismo! Saqueo de las arcas públicas durante 10 años; un desgobierno total; desmonta todas las organizaciones e instituciones públicas; dicta más de 40 estados de emergencia para contratar a dedo; entregar millonarios contratos a su hermano Fabricio Correa; a sus amigos; a sus socios; a los ladrones que ahora le acompañan y esperaban su oportunidad de enriquecerse ilícitamente a costa de los ingentes ingresos petroleros que le pertenecen al pueblo ecuatoriano y se han convertido en los nuevos ricos del país.

Los ecuatorianos tenemos una memoria muy frágil. Por ello, durante diez años el Presidente Rafael Correa con desvergüenza total ha venido atacando descaradamente a los que él llama oposición, a los medios de comunicación social que denunciaban la corrupción; consiguió engañar a los ecuatorianos que aceptaran un Socialismo del Siglo XXI, que no es sino sólo un invento de Hugo Chávez y crear un comunismo disfrazado, que ni el mismo Correa entiende hasta hoy.

Otra vez la vergonzosa historia de corrupción al más alto nivel: de compra de los diputados de los manteles; cerco a la Asamblea Nacional con 4.500 policías; persecución a todas las personas honestas del país; cierre de medios de comunicación; persecución a políticos y a los medios de comunicación. En definitiva, dividió al país entre pobres y pelucones. Otra vez la pobreza, la falta de empleo que ya sobre pasa los 380.000 ciudadanos. La falta de escuelas, colegios y universidades, centros de salud, etc. etc. Todo se oculta, todo se calla. La corrupción campea.

Ahora Correa sigue en campaña política apoyando a los corruptos: Moreno que vivió como un millonario en el exterior, sin cargo oficial. Glas, que abrió la puerta para la corrupción más grande de la historia en la petrolera ecuatoriana, corrupción que alcanza desde los funcionarios bajos de la petrolera, hasta el mismo Presidente.

Abran los ojos ecuatorianos. No queremos más de lo mismo. Esta vez voten por candidatos decentes, honestos, técnicos, profesionales honorables, que si los hay. No se equivoquen nuevamente, caso contrario seremos iguales a la Venezuela de Maduro, o Cuba de los Castro, o la Nicaragua de Ortega; o la Argentina de Cristina Fernández; o de la inmensa corrupción del gobierno de Lula y Dilma Rousseff en Brasil. 


Rafael Correa, Moreno, Glas, Alvarado, Serrano, Patiño, alza manos, etc. etc. no tienen vergüenza. La mayoría de ecuatorianos sí tenemos vergüenza de estos gobiernos y no queremos más de lo mismo.

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