sábado, 8 de enero de 2011

DISPARO POLITICO


Todo lo que hace y dice un presidente de cualquier nación del mundo,  sus compatriotas toman su ejemplo sea malo o bueno, como modelo de su comportamiento. Cuando un presidente miente,  cuando engaña,  cuando provoca, cuando insulta, cuando ofende, cuando amenaza, cuando viola derechos humanos, cuando favorece a sus amigos, cuando defiende a los corruptos, cuando hace  promesas que nos las cumple, cuando toma  retaliaciones en contra de los que no piensan como él, cuando tiene odios ocultos o iras mal disimuladas, cuando viola la constitución, etc., los conciudadanos al principio ven tales actos con preocupación,  con intranquilidad, con indignación, con rabia. Pero,  al pasar de los días, tales actos repetitivos de ese personaje que lo quieren emular, ya no les parece inmoral. Es como si esos ciudadanos olvidaron la ética, la moral, y aceptan esas actuaciones como naturales, lo que hasta hace poco no lo aceptaban. Obviamente que ese presidente cree que tiene la última palabra, que tiene la verdad y todos deben obedecer o creerle, caso contrario serán considerados sus opositores y luego vendrá la venganza el odio, el rencor, la persecución, la cacería de brujas, etc.

Por ello, cuando leía las declaraciones del Presidente Rafael Correa en una entrevista dada al Diario Le Monde Diplomatique, por los hechos ocurridos el 30 de septiembre del 2010, no pude dejar pasar la ocasión para nuevamente denunciar en mi blog que el mandatario no solo engaña al pueblo ecuatoriano,   sino al mundo o se engaña él mismo, cuando dijo entre otras cosas:

“Yo no sé disparar, pero tampoco iba a permitir que me asesinasen tan fácilmente esos sanguinarios”

Cuando dice que no sabe disparar (balas), le creo. Cuando dice que no iba a permitir que le asesinasen, no le creo. Cuando dice a los policías que reclamaban sus derechos laborales y los tilda de sanguinarios, no le creo.

Le creo no sabe disparar con armas de fuego. Sin embargo, lo vemos que dispara a diestra y siniestra amenazas contra sus enemigos políticos; dispara los precios de la canasta familiar; dispara órdenes de prisión y dispara absurdas acusaciones a sus opositores políticos, y al pueblo que reclama sus derechos, a quienes acusa de terroristas; dispara y actúa violentamente contra sus amigos pillos, a los que pronto perdona; dispara terror, miedo; y cuando no puede hacerlo personalmente, manda disparar al pueblo que no tiene empleo y vive en extrema pobreza, etc.

No le creo cuando dice que no iba a permitir que le asesinasen, cuando él en forma deliberada acudió al Regimiento de Policía en Quito para insultar y ofender a los pocos policías que reclamaban sus salarios, y allí, ante las cámaras de televisión, soltándose su corbata mostró su pecho y gritando pedía a los policías que lo maten. Policías desobedientes.

No le creo que los chapitas de esquina, policía de tránsito, de los que cuidan las casas de sus funcionarios y que les abre paso a los funcionarios de gobierno que circulan a toda velocidad con sirenas, simplemente sean sanguinarios. No le creo que los policías que reclaman sus derechos sean personas crueles y violentas, y que peor gocen de un derramamiento de sangre.  No señor Presidente, usted mandó al ejército completamente pertrechado y armado a atacar el Hospital de la Policía Nacional en donde usted estaba dando órdenes y confabulando un intento de golpe de estado, que le permitiría subir su ego y popularidad, que antes del 30 de septiembre descendía en picada por sus constantes disparos en contra de sus compatriotas. Sus disparos son certeros para impedir que tengamos un trabajo digno; sus disparos contra la seguridad jurídica, sus disparos contra honestos ciudadanos que reclaman dignidad, prudencia, libertad; sus disparos para favorecer a los delincuentes y que seamos presas fáciles de ellos; sus disparos contra los ciudadanos que no podemos portar armas, mientras sus defendidos narcotraficantes, bandas organizadas, violadores, ladrones y toda clase de delincuentes, están armados hasta los dientes. Eso simplemente se define como terrorismo de estado.

No olvidemos que la historia siempre ha juzgado a los sanguinarios. Así han juzgado por ejemplo, a la Reina de Madagascar, responsable de la eliminación de un millón de sus súbditos. Al sanguinario Atila, que a su paso quemaba los campos y asesinaba a sus habitantes. A Nerón, emperador de Roma, personaje siniestro, caprichoso y cobarde, que no tuvo empacho de quemar la ciudad con la consiguiente muerte de millares de habitantes. A Calígula, un gobernante demente.

La historia sigue recogiendo  los nombres de verdaderos sanguinarios, como Torquemada que a través de la Santa Inquisición torturó a más de 300.000 españoles a esa época. El sanguinario Pizarro que a nombre de España, aniquiló al imperio inca, por avaricia  e interés personal. Stalin, que dirigió la construcción del socialismo en la URSS, con un régimen  represivo a la población, que según diversos historiadores estiman que las víctimas del régimen socialista superó los 4   millones. Hitler que nos llevó a la segunda guerra mundial. Idi Amín, gobernante de Uganda, mandó matar a más de 500.000 personas, incluso guardando las cabezas de sus opositores en las refrigeradoras del Palacio. Mao Tse-Tung, que arrasó con la vida de 70 millones de chinos.

Jorge Rafael Videla, dictador de Argentina asesinó e hizo desaparecer a sus opositores. Francisco Franco, gobernó a través de la represión e incluso aplicando la pena de muerte para sus opositores, antes sus amigos. Augusto Pinochet, dictador que enfrentó juicios hasta su muerte.  Otros sanguinarios, las FARC, Montoneros, Sendero Luminoso, ETA, AVC en Ecuador y hoy en cargos públicos de este gobierno. El dictador cubano Fidel Castro, los sicarios, etc. etc.

 Hoy, el dictador de Carondelet, que pretende transformar en conspiración y golpe de Estado una improcedente protesta policial, tiene a su haber más de diez muertos y más de 300 heridos. ¿Podemos llamar a los militares que usted envió a atacar el Hospital policial disqué a rescatarlo, como sanguinarios?

Se dice que el ser humano es un animal racional, y que precisamente esa cualidad es lo que le hace diferente del resto de los animales. Sin embargo cabe resaltar que la maldad, la malicia, la crueldad, la venganza, la represalia,  también es una característica del ser humano y así vemos en la historia del mundo, que la maldad y el poder están íntimamente relacionados. Pero también es verdad que el mundo está lleno de personas honorables, buenas, que gozan del amor de los habitantes del mundo, y mientras existan buenas personas y libertad, podemos concluir que el mundo será sano y salvo.

patriciod.blogspot.com
denunciamos en ecuador

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